Esta pedanÃa de AlÃa es otro de los hitos de las Villuercas Ibores Jara, resuena cuando se nombran los sitios que reúnen cualidades tan apreciadas como la naturaleza y la  intimidad. Esta personalidad se forja al estar fuera de ruta,  con pocas y hospitalarias personas y en un entorno inmenso.
Se encuentra a salvo de los vientos frÃos y mirando al mediodÃa, Â en uno de los rincones mas maravillosos de las Villuercas, donde las Sierras de la Palomera se funden con la de la Brama de Guadalupe.
La población se encuentra por encima de los 800 metros de altura, una posición que no aparenta, pues llegas a ella subiendo tan suavemente que casi no te das cuenta o en descenso desde alturas mayores.
El nombre de la Calera viene dado por la existencia de yacimientos de este mineral en sus inmediaciones.
TodavÃa se conservan los Hornos que servÃan para quemar la cal y algunas edificaciones destinadas a procesado del mineral.
Podemos decir que es una población nacida por y para los trabajos mineros. La cal no era la única riqueza de La Calera; los monjes de Guadalupe tienen en sus escritos noticias de minas de mármol en el entorno de la población, sin que sepamos hoy donde se encontraban.
Tal y como dicen los documentos del siglo XVIII :
" Ai un mineral de tierra blanca que se veneficia para el de las casas y una cantera de marmol que alguna otra vez a usado la comunidad de Guadalupe para sus obras, otra de cal y otra de piedra lapiz, que quando ocurre se hace uso de ellas."
Son precisamente estos trabajos los que para algunos ocasionan la fundación de la aldea y aunque no se han encontrado vestigios anteriores suponemos que este lugar siempre ha tenido presencia humana en mayor o menor medida ya que está enclavado en el paso natural mas sencillo del eje norte-sur a esta parte de los Montes de la Villuerca.
La población nunca fue muy grande, sobre todo después que se abandonaran la producciones de cal. Actualmente menos de cien personas viven en este pueblo que mantiene a duras penas un hilo de vida. El trabajo en la tierra y la incipiente industria turÃstica son la base de la actividad económica.
El casco urbano conserva intactas un buen número de esencias que nos retrotraen muchos años atrás. La arquitectura popular nos da muestras de un vivir sencillo y humilde, como queriendo pasar desarpecibido.
Lo que no escapa al visitante es la sensación de estar en un paraje muy especial y acogedor, cualquier calle regala  imágenes donde las casas se funden con la sierra de la que son parte.
Las formas no son semejantes, todo lo contrario, manifiestan una gran diversidad en modelos constructivos y en la manera de combinar los materiales utilizados. Casi una muestra completa de la vivienda popular en Extremadura.
Alrededor de la iglesia y de la plaza; a lo largo de la carretera de AlÃa, que continúa por Mirasierra hacia el Hospital del Obispo y en  la entrada del camino de Guadalupe se distribuyen las pocas calles de La Calera. La zona mas antigua parece que se sitúa en la parte mas alta, en el triángulo que forman la calle de la iglesia, el camino del Callejón y la calle de la Cantera.
Entre la iglesia y la plaza se puede adivinar un segundo crecimiento. El tercer empuje estarÃa entre los dos Altozanos, el de Arriba y el de Abajo. La calle Nueva y la Plaza de España rellenan el último crecimiento urbanÃstico importante de la población. La Calera es un sitio ideal para encontrarse consigo mismo y con la naturaleza que te rodea. Un lugar donde hay un sitio para cada cosa y todo está en su sitio. Sólo nosotros podremos desentonar en un medio feliz de acogernos en nuestro tránsito o en nuestra estancia.
La diverisdad también se manifiesta en una orografÃa compleja y arrebatadora. Riscos, montes y llanos en pocos metros; cuarcitas, pizarras y rañas; distintos perfiles y distintos tonos en la tierra.
La vegetación acompaña esta variedad con bosques de robles, alcornoques y castaños junto a la encina. Todo en las mismas puertas de las casas. La altura general de la tierra permite ecosistemas como los de otros lugares muchos mas al norte.
La fauna es otro de los grandes atractivos. Ya sea en los montes entre Guadalupe y la Calera o en los riscos de la Sierra de Altamira podremos encontrarnos con javalÃs o manadas de ciervos, zorros, tejones, meloncillos y otros mamÃferos menores. Los limpios cielos de la Calera se cubren de buitres y rapaces que llenan de nidos los bosques y los escarpados riscos.
En sus inmediaciones se sitúan los Hornos de Cal, únicos restos de una pequeña industria dedicada al procesado de este mineral. Se conservan cuatro de ellos en buenas condiciones, están declarados como Geositio dentro del Geoparque Villuercas Ibores Jara. Muy cerca también; las fuentes del rÃo Jaligüela o Jarigüela llenan una presa que surte de aguas limpias a la población de AlÃa, siendo la mas importantes de cuantos corren a esta parte de la tierra de AlÃa.
Para conocer todo este mundo es necesario que nos acerquemos expresamente. Hay muchas y originales maneras de llegar; elije la tuya y no te pierdas uno de los rincones mas bellos de esta tierra.