Los tiempos modernos allanan las tierras, se saltan rÃos, atraviesan las montañas...
Asà es mas difÃcil apreciar la profunda zanja, hoy rellena por el pantano de GarcÃa Sola, que existe entre Castilblanco y Valdecaballeros y los restantes municipios de su comarca de la Mancomunidad de Cijara.
Hace unos años solo la barca de Peloche les permitÃa una comunicación mas o menos constante con esta parte de la provincia de Badajoz. Ver mapa -->
El valle del rÃo Guadalupejo de siempre fue una unidad territorial con una linde sur muy definida por el curso de rÃo Guadiana y el este, perfectamente delimitado por las Sierras Altamiras de AlÃa, la raña al oeste y las cumbres de las sierras de la Brama de Guadalupe al norte.
 Fue en la Edad Media cuando los intereses de los vencedores empiezan a fraguar un distanciamiento entre las gentes y pueblos de este valle; primero con el resto de Extremadura, luego entre ellos mismos.
En 1268 se traza una lÃnea que va a separar las tierras de Talavera y Trujillo. AlÃa, Valdecaballeros, Castilblanco y la mitad de Guadalupe quedan del otro lado, bajo la jurisdicción de la pujante ciudad toledana.
Luego en 1338 se dota de territorio al Monasterio de Santa MarÃa de Guadalupe, que queda directamente bajo la autoridad real. En 1556 Castilblanco y Valdecaballeros comprarán sus tÃtulos de Villa, separándose de AlÃa. Aún asà todos estos pueblos siguen bajo una misma órbita, aunque sea la de Toledo.
En 1785 se crea la Provincia de Extremadura y todavÃa quedan en el Partido de Talavera.
En 1833 se reorganiza la cuestÃon administratriva en España y se crean las provincias de Cáceres y Badajoz. Ganamos porque polÃticamente se alejaron de Toledo para volcarse hacia Extremadura y perdimos en la misma jugada un valor muy importante: la unidad.
Guadalupe y AlÃa se queraron para Cáceres y Castilblanco y Valdecaballeros para Badajoz.
A pesar de todos los avatares históricos, es la primera vez que la comarca queda rota, partida por la mitad. En 1983 entra en vigor el Estatuto de AutonomÃa de la Comunidad de Extremadura.
Esto ayuda mucho al existir un ente que reagrupa los intereses de estos pueblos, pero la división de las provincias es muy fuerte. Ya no solo son las cuestiones burocráticas, sino toda la suerte de ideas, proyectos, empresas que podrÃan afrontarse conjuntamente y que se hacen imposibles, ni siquiera tienen una fase de estudio por inconcebibles.
Pero la realidad se muestra tozuda y en la práctica cotidiana, los habitantes del Valle del RÃo Guadalupejo se saltan barreras que no existen y la comunicación entre todos ellos es muy rica. No faltan naturales ni empresas de los pueblos vecinos asentados o afanados en algún corte. Los matrimonios son frecuentes y se comparten experiencias en el trabajo, en el ocio, en la cultura.
Realmente no hay ninguna barrera entre nosotros...